Cena liviana: ¿por qué es tan importante?
Salud

Cena liviana: ¿por qué es tan importante?

Solemos hacerlo al revés.Los horarios laborales y las obligaciones cotidianas no suelen dejarnos mucho tiempo para alimentarnos como corresponde durante el día y el hambre llega fuerte al momento de la cena.¡Y lo mal que nos hace eso! No nos permite descansar correctamente y además, colabora al aumento de peso.

¿Llegás con hambre de todo el día a la cena? ¿Comés mucho y pesado para saciarla? ¿Cenás un rato antes de irte a dormir? Si las tres respuestas son sí, estás en problemas.Sin embargo, cambiar ese hábito es fácil.Más si sos consciente de cuáles son los problemas que te trae seguir cenando de esa forma.

La digestión. De noche, la digestión es mucho más lenta.Por eso se recomienda atender qué comemos y cuánto, para no forzar al sistema digestivo, dormir mejor y evitar la acidez, dolores estomacales y otras molestias que pueden provocarnos además, insomnio.Es clave también, cuándo: deben pasar idealmente dos horas entre la cena y el momento en que nos vamos a dormir.

Las calorías.Durante la noche, cuando dormimos, nuestro cuerpo está en reposo, y por lo tanto, no gasta energía; por lo tanto, al recibir más grasa, azúcar o harinas de lo que necesita, lo almacena.Nuestro metabolismo es un engranaje perfecto y tenemos que cuidarlo.¿Cómo? Evitando cenar alimentos como: carnes rojas, pastas con salsas pesadas, fritos, chocolate o cualquier golosina, fiambres, helados, salchichas o pizza.También, evitar el consumo de alcohol y café.¿Qué es lo que sí podemos comer? Verduras al vapor, pescado o pollo (sin piel) a la plancha, huevos, arroz, sopas livianas.Es muy importante no cometer el error de no cenar, comer liviano no significa evitar la comida.

No saltear.Para evitar llegar con hambre voraz a la cena, desde la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) recomiendan realizar las cuatro comidas diarias y una o dos colaciones, si fueran necesarias “con predominio de vegetales, frutas, carnes magras, almidones (pastas y cereales como arroz, choclo o avena, preferentemente integrales), legumbres (por ejemplo arvejas, lentejas y porotos) y hortalizas como papa o batata.Se deben evitar alimentos hipercalóricos que son ricos en grasa, sal y azúcares simples, pero pobres en fibra, vitaminas, minerales y otros micronutrientes”.