Zinc: ¿Qué es y por qué es tan importante para la salud?
Salud

Zinc: ¿Qué es y por qué es tan importante para la salud?

Más de 300 enzimas requieren del Zinc para su actividad, todas imprescindibles para la vida. Sin embargo, aún hay mucho por descubrir sobre sus funciones y, sobre todo, dónde lo podemos encontrar para alcanzar la meta nutricional deseada.

 

Durante los últimos años, la palabra Zinc comenzó a tomar más protagonismo: hoy ya podemos encontrar una población cada vez más atenta y curiosa por entender su rol fundamental para la salud, así como también productos suplementados con Zinc pensados especialmente para alcanzar las metas nutricionales deseadas.

 

Cuando hablamos de zinc, hablamos del oligoelemento intracelular más importante. El contenido en el organismo es de aproximadamente 1,5 a 2,5 gramos. Más del 50% del total se encuentra en el tejido muscular, así como también en otros órganos con elevadas concentraciones de zinc como los huesos, la próstata, la piel, los ojos y los glóbulos rojos.

 

Para tomar dimensión de su importancia, sólo alcanza con saber que más de 300 enzimas requieren zinc para su actividad, todas imprescindibles para la vida, tal como remarcan las nutricionistas Perla Manera y Alejandra Volpatti. Además es parte fundamental en la reproducción y la maduración sexual.

 

De hecho, el Zinc fue reconocido como metal traza esencial para los humanos en los años 60, cuando se realizaron estudios en niños de Irán y Egipto que, por su déficit de Zinc, cursaban enanismo e hipogonadismo (falta de secreción y maduración de hormonas sexuales). Es por eso que el Zinc está fuertemente relacionado con el crecimiento celular y tiene un rol fundamental en la salud de los huesos.

 

Según detalla la nutricionista Paola Aira (MN 7807), el Zinc también es clave en el metabolismo de la glucosa, ya que participa en el almacenamiento y liberación de la insulina y el páncreas. También tiene un fuerte papel en la movilización de la vitamina A del hígado, por lo que está relacionado a la adaptación a la visión nocturna y oscuridad, así como también a la cicatrización de heridas.

 

LA DOSIS DIARIA RECOMENDADA

Ahora que ya sabemos en detalle todas las funciones en que interviene el Zinc, también es importante tener en cuenta que, al igual que otros minerales y nutrientes, sus efectos dependen -en gran medida- de la cantidad: esta debe ser la adecuada, evitando tanto el déficit como su exceso.

 

Para los especialistas, es necesario hacer un especial énfasis en su déficit. ¿Por qué? El déficit de Zinc constituye un problema de relevancia mundial: se estima que el 20% de la población puede padecerlo.

 

Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS), en países como Argentina la ingesta media fue de 8,62 mg por día. La proporción de mujeres con ingesta insuficiente fue del 33,5% en la muestra Nacional, con valores similares por regiones, siendo un país de riesgo moderado.

 

Por otro lado, el exceso de zinc puede producir náuseas, vómito y diarrea; así como una alteración en la respuesta inmune o reducir las HDL Colesterol (colesterol bueno). Sin embargo, hay que tener en cuenta que es un micronutriente que no genera exceso de forma natural y no suele ser común alcanzar un excedente de zinc.

 

En 2001 la National Research Council estableció una meta diaria de 11 mg para adultos hombres y 8 mg para adultas mujeres. Pero en Argentina, en la última modificación de las Guías Alimentarias para la Población Argentina de 2016, se estableció una meta de 8 mg por día.

 

DÓNDE PODEMOS ENCONTRAR ZINC

Como la ingesta de este nutriente está por debajo del nivel deseable de muchas personas, los productos suplementados con Zinc son un aliado práctico para alcanzar esa meta. Para su creación se contemplan diferentes aspectos claves como, por ejemplo, que el alimento fortificado sea estable en condiciones de almacenamiento y uso normales, así como también que la fortificación no cree un desequilibrio de nutrientes esenciales.

 

Entre los alimentos que lo contienen, los de origen animal son los mayores aportadores: carne, leche, pescados, mariscos, huevos. En tanto, los vegetales aportan menor proporción, dependiendo de los suelos donde fueron cultivados (si te cuesta incorporarlos, en esta nota vas a encontrar varias ideas para sumar más verduras en tu menú).

 

En cuanto a las legumbres, los porotos aportan zinc, pero los fitatos dificultan su disponibilidad y la absorción correcta de ese alimento. “Es por eso que es muy importante remojarlos, fermentarlos o germinarlos”, afirma Aira, sobre todo en personas que llevan una alimentación vegetariana o vegana. Lo mismo sucede con las nueces, los productos integrales y algunos vegetales.