A Jordi Klad (@jordanaklad) el 2020 la obligó a salir de su zona de confort: pasó de dar clases de cocina presenciales durante años, a adaptarse a la modalidad virtual. Así fue como encontró una manera de llegar a más personas, potenciado con su cuenta de Instagram que hoy es una de las más consultadas a la hora de resolver el menú de todos los días.

 

¿Cómo comenzó tu pasión por la cocina?

Creo que mi amor por la cocina empezó desde muy chica. Me crié viendo a mi abuela Perla cocinar y eso me incentivó mucho. Siempre me insistía con hacer mermeladas y juntábamos moras juntas; también hacíamos alfajorcitos de maicena… Con los años me di cuenta que eso era lo que quería hacer en mi vida. Pasé por otras carreras, hasta que decidí que la cocina era lo que realmente me gustaba.

Pasaste de dar clases de cocina presenciales durante años, a adaptarte a la modalidad virtual. ¿Cómo fue ese proceso de reinvención?

Era una persona que prácticamente no usaba Instagram. Pero cuando se suspendieron las actividades presenciales me encontré en mi casa, con mis hijos y sin poder dar clases… Algo que había hecho durante los últimos siete años de mi vida. Empecé a subir algunas recetas medio jugando, para ayudar a algunas alumnas que se habían olvidado alguna receta, o para algunas amigas que también me pedían el paso a paso de ciertas cosas. Cuando las subí me di cuenta de la interacción que había, que la gente realmente se copaba. Empezaron a mandar fotos de lo que habían hecho o le recomendaban mi cuenta a otros amigos. Ahí empezó mi cuenta y mi amor por la cocina, pero desde las redes.

¿Qué fue lo mejor que te llevaste de salir de esa “zona de confort” durante el 2020?

Haber construido esta comunidad fue, sin dudas, lo mejor: comprobé que realmente uno traspasa la pantalla del celular. Empecé a charlar y hacer recetas con personas de otros países, di clases en Europa por Zoom… Mi mundo gastronómico se abrió muchísimo.

¿Y lo que más te costó?

Cortar la presencialidad en mis clases porque, si bien fue positivo todo el cambio del año pasado, existe algo muy lindo que se genera en vivo. Uno cocina, se ve las caras, prueba lo que el otro hizo, nos sentamos todos juntos a la mesa. Se crea un vínculo muy diferente y por eso me costó cortar con toda esa experiencia de la presencialidad.

Después de un año de experiencia virtual, ¿qué tan importante es crear una comunidad en redes y qué sentís que les atrae de tu cuenta?

Es muy importante crear una comunidad, pero en mi caso eso implica no sólo hablar de recetas. Uno se involucra, empieza a saber cosas de la vida del otro, ellos de la mía, empiezan a vivir mi día a día, saben el nombre de mis hijos o de mi marido por ejemplo. Eso que genera es muy lindo y súper importante. Siento que lo logré porque mi Instagram muestra recetas fáciles, con ingredientes que casi siempre tenemos en casa y que, en caso de no tenerlos, se pueden reemplazar. Además, algo que siento que es clave es el paso a paso de cada receta: está súper detallado, pensado especialmente para que lo pueda hacer cualquier persona, sepa o no cocinar.

¿Cuáles son esos ingredientes que no pueden faltarte?

Puede pasar lo que sea, pero en mi casa siempre tiene que haber arroz, porque somos todos muy fanáticos; huevos, cebolla y ajo.

A la hora de resolver el menú de toda la semana de manera fácil y organizada, ¿Qué es lo más importante a tener en cuenta?

Debo admitir que no era una persona muy organizada. En cambio, mi marido lo es al máximo, hace listitas de todo y me ayudó mucho en eso. Entendimos que tener un menú semanal es mucho más sencillo y nos libera la mente, sobre todo para los chicos y aún más si hay que preparar viandas. Entonces, empezamos a hacer una lista de las cosas que nos gustan cotidianamente a todos y, además, a acomodar el menú para que sea variado: tiene que haber un día en el que haya carne, otro que haya pollo, un día con pescado, una tarta, una ensalada… Es muy importante que en la cocina haya variedad.