Juana Rodríguez Abadie: “Cuando aprendés que la vida es tan cortita y efímera, empezás a ser feliz con las pequeñas cosas”
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Juana Rodríguez Abadie: “Cuando aprendés que la vida es tan cortita y efímera, empezás a ser feliz con las pequeñas cosas”

Hace cinco años, a @juanirodrigueza le amputaron una pierna y su percepción de la vida cambió por completo. Hablamos con ella para conocer su historia de resiliencia, sus desafíos, sus sueños y cómo se convirtió en impulso e inspiración para otras personas.

 

Festejás tu cumpleaños dos veces al año: el día real y el día que saliste del hospital. ¿Qué significa esta última fecha para vos? ¿Cómo honrás o decidiste recordar ese momento?

El 9 de abril festejo como un “segundo cumpleaños”, porque lo veo como un renacer y lo vivo como tal. El día que salí del hospital, después de estar internada dos meses viendo las mismas paredes blancas, fue un renacer en todos los sentidos: pude volver a respirar aire puro, sentir el sol caliente en la cara, servirme un vaso de agua o ir a la cocina a hacerme un mate. Empecé a valorar cada pequeño momento. Todo fue distinto al entrar a casa, fue un re aprendizaje y por eso lo tomo un renacer.

 

¿Cómo era tu vida antes de la amputación?

Era una vida normal de cualquier piba de 18 años. Estaba cursando el último año de la secundaria, iba a inglés, a canto, hacía muchísima actividad física. La amputación se debe a un virus intrahospitalario. Estaba internada por una rabdomiolisis –que es la ruptura masiva de los músculos cuando sobreexígis a tu cuerpo a una determinada actividad–. El día anterior había salido a correr. Cuando entro con este diagnóstico, en una cirugía me hicieron una fasciotomía en ambas piernas para descomprimir; lo que no sabía es que en esa misma cirugía me iba a entrar un virus hospitalario y todo se iba a complicar. Se empezó a infectar, mi vida estuvo en juego y se tomó la decisión de amputar la pierna para salvarme.

 

¿Cómo fue el después? ¿Te encontraste con muchas trabas o prejuicios?

Fue un proceso muy lindo, pero a la vez muy complicado. Es un proceso completamente nuevo y desconocido, porque vos sos la misma persona pero el mundo ya no te percibe como la misma persona que vos sentís que sos. Hay una sociedad que te mira distinto, te discrimina, te trata distinto; cuando salís a la calle no hay rampas, las veredas están rotas… Hay mucho para hacer. Estoy amputada desde hace casi 5 años, pero la discapacidad existe desde hace mucho más: hay una deuda muy grande y le debemos mucho a las personas con discapacidad.

 

Solés repetir que hay vida después de una amputación. ¿Cómo te ves si te comparás con la chica que entró y salió de ese hospital?

Me reencontré con una nueva Juana, a la que le faltaba la pierna o, como me gusta decir a mí, que tiene una pierna… Porque no siento que me falte nada. Hoy no sólo hago mi vida con completa normalidad, sino que hago más cosas que antes.

 

¿Qué aprendizajes te llevaste?

Sin dudas, me llevo muchísimos. Me tomo cada día como si fuera el último de mi vida, porque aprendí que hoy estamos y mañana no sabemos. La vida es muy efímera y cuando te pasan cosas semejantes, la vida no avisa: no toca la puerta. Simplemente llega, te come el mundo y ahí es donde tenés que aprender a surfear la ola. Más allá del desafío, aprendés a vivir la vida de otra manera; valorando cada segundo o esas cosas del día a día que uno siente que siempre van a estar ahí. Cuando aprendés que la vida es tan cortita y efímera, empezás a ser feliz con las pequeñas cosas. Incluso, mucho más que antes… Porque te das cuenta que esas cosas de pequeñas no tienen nada: ¡Son enormes!

 

En Instagram tenés una comunidad de más de 137 mil seguidores. ¿Qué es lo que más te gusta del ida y vuelta que tenés con ellos?

Por suerte tengo una comunidad muy grande de gente hermosa, solidaria y empática. Por ejemplo, me han ayudado a hacer colectas para personas con discapacidad que no pueden acceder a su prótesis. Hay un ida y vuelta muy hermoso con ellos, con los que me siguen desde mis primeros pasitos hasta ahora que trabajo, estudio, voy a natación, hago tenis, voy a rehabilitación, salgo con mis amigas los fines de semana… Es muy lindo compartir mi vida con ellos y siempre fue un gran apoyo contar con ellos. Para mí son más que una comunidad o seguidores, son parte de mi historia y me llenan el corazón.

 

¿Y proyectos?

Muchos. Me gustaría abrir mi ortopedia y poder hacer las prótesis en paralelo con una fundación: poder tener la plata para que, cuando lleguen y digan que su obra social no se lo cubre, sepan que con la fundación lo podemos cubrir. Ese es mi gran gran sueño, pero sé que es pasito a pasito. Así como fue el proceso de caminar, sé que esto es igual: dar pasos seguros y firmes. También quiero seguir alimentando todo lo que es “mi Juana”: estudio canto, teatro, me encanta trabajar en redes sociales y, más que nada, este año se lo dedico a ella: a hacer las cosas que más la nutren y la hacen ser más ella que nunca.