Cecilia Baccigalupo – Deportista
Entrevistas

Cecilia Baccigalupo – Deportista

La última materia que Cecilia Baccigalupo cursó antes de recibirse de profesora de Educación Física incluía juegos y actividades con chicos con capacidades especiales.Una tarde, sin previo aviso, uno de sus alumnos se acercó y la abrazó.A ella le temblaron las piernas y sintió algo demasiado fuerte como para no darle importancia.Su vida, en ese preciso momento, empezó a cambiar y, años después, abrió una fundación que se dedica exclusivamente a esa población.

Hace siete años que Cecilia trabaja con y para chicos discapacitados.Su vínculo es a través del juego y su principal objetivo es promover el deporte entre ellos, como un arma de socialización y también de recreación.Su experiencia en la alta competencia, fue campeona mundial de Paddle y número 1 durante años, quedó atrás.Ahora se dedica enteramente a sus nuevos amigos, que los tiene repartidos por todo el país: Buenos Aires, Salta y Mendoza, entre otras provincias. 

¿Cómo fue el paso del deporte a la ONG?
Primero hice una escala como profe.Siempre estuve relacionada al deporte, jugué a todo, a deportes para hombres, para mujeres.Seguí el profesorado de Educación Física mientras jugaba al tenis en el club al que llegué a primera división.Para recibirme de profe tuve una materia optativa que era Educación Física Especial.A partir de ahí empecé a trabajar con chicos especiales.Me cambiaron la vida porque me acerqué a una problemática que no conocía y me gustó mucho.Hace más de 20 años no había tantas instituciones como hoy porque no tenían tanta visibilidad y yo me presenté en una para ser voluntaria.Cuando apareció el paddle, en los ochenta, me metí mucho con el juego y también empecé a darles clases a ellos, a hacer torneos integradores con los familiares.El paddle era muy adaptable a sus capacidades, fue una etapa muy linda. 

¿Por qué te enganchaste tanto con el paddle?
Sentí que ese deporte me cayó del cielo.No era tan elitista como el tenis, era más distendido, en equipo, gané tres campeonatos del mundo, fui número 1 muchos años, siempre desde una fortaleza más mental que deportiva.Me manejaba con la anticipación y con la estrategia porque técnicamente era muy mala.Para hacer lo que hice, tuve que tener en claro mis fortalezas y mis debilidades y también las de mi compañera.Me sentí muy plena con este deporte, fue un privilegio de la vida.Jugué, di todo, me motivaba dedicándole los puntos a la gente que me quería y me iba a ver, siempre tuve mucha comunicación en la cancha con todo lo que estaba alrededor. 

Recién hablabas de una filosofía dentro de la cancha, ¿cómo la definirías?
Lo primero es el disfrute del deporte.Si lo disfrutás, lo más probable es que te hagas amigos, que conozcas lugares, el deporte te devuelve mucho, si llegan los triunfos, mejor.

¿Con qué suplías la falta de técnica?
Con la parte mental.Anticipaba mucho las jugadas, así estaba parada donde tenía que estar y poder resolver.Intentaba tirarle pelotas difíciles al otro para que me mi compañera definiera.Si había un tanto difícil, me mataba por ganarlo porque me daba más confianza y sabía que mi rival podía caerse un poquito.Técnicamente, mis compañeras eran mejores y yo más armadora.Nos complementábamos. 

¿Cómo es hoy un día tuyo?
Todo gira alrededor de la fundación.Cada día trabajo en una escuela distinta: los lunes en el interior, Mar del Plata, Salta, de martes a jueves trabajamos en Buenos Aires con escuelas de básquet, tenis, hockey, fútbol, rugby, coordino el equipo de profesores, de voluntarios.Ya no intento estar en todos lados como al principio, delego mucho más y eso me permite ocuparme de otros asuntos, como conseguir sponsors u organizar la cena anual que hacemos para recaudar fondos.Intento seguir jugando, por lo menos, una vez a la semana, y también corro cinco kilómetros un par de veces a la semana.Le doy importancia a la parte espiritual, que también hay que entrenarla, rezo todos los días y voy a misa los domingos.Yo me siento un instrumento.

¿Qué te deja el intercambio con los chicos?
La palabra indicada es magia porque día a día aprendo algo nuevo.Puedo tener días muy difíciles, como hace poco, cuando me mudé, pero ellos me renuevan la energía.Ese día se me acercó una chica que no podía conectar con la clase y yo me puse a jugar con ella, a hacer como que estábamos en un desfile, a cantar y terminó saliendo un trencito entre todos.“Qué contenta estás hoy”, me decían y yo veía lo mismo en ellos.Y con ellos no hay ránkings, que nunca me gustaron, no hay competencia, no hay locura por saber si la pelota picó adentro o afuera.La idea es estar juntos, disfrutando del deporte.

¿Aprendiste algo de las mujeres en el deporte?

Mientras competía, me di cuenta que la mujer es muy solidaria, muy atentas a ayudarse en lo que sea.Y en las ONG noto que le dan mucha importancia al trabajo en equipo, a unirse, a pelear juntas por lo que creemos.