Paz Levinson – Sommelier
Entrevistas

Paz Levinson – Sommelier

Paz Levinson se esfuerza, pero no consigue recordar cuándo tomó por primera vez vino.Sabe apenas que era muy chica.Tiene sentido: hija de un padre mendocino, se crió probando los finales de las copas que se servían en la mesa familiar.Ese ritual infantil fue el primer entrenamiento de la ganadora del título “Mejor Sommelier de la Argentina 2010”, un concurso de la Asociación Argentina de Sommeliers que hasta ahora sólo han ganado mujeres.Ella sonríe tímida y cuenta cómo se diversifica.Trabaja en el reconocido restaurante Nectarine, entrena nuevos talentos en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas y da cuenta del propio para quienes quieran verla en acción, por Internet y sin moverse de sus casas: www.catasenvivo.blogspot.com. 

¿Cuándo empezaste a trabajar con la cata?

Recién en 2003.Tenía 25 años y trabajaba como camarera en Restó, el restaurante de la Sociedad Central de Arquitectos, que tiene una buena bodega.Ahí me empecé a interiorizar y ellos mismos me alentaron a que estudiara.Empecé a trabajar aún antes de recibirme, es una profesión que no me hubiese imaginado. 

¿Cuál es la situación ideal para tomar vino?

Para mí, definitivamente fuera del trabajo, en un ambiente bien distinto al del análisis.El momento preferido es mi casa, con amigos o mi pareja.La cata requiere mucha concentración.No se trata sólo de beber, hay que anotar todo el tiempo.La diferencia es la misma que debe sentir un crítico literario entre una novela que lee por placer y otra sobre la que tiene que escribir una crítica. 

Comparás la cata con la escritura.Vos misma tenés tres libros y sos una presencia frecuente en eventos de lectura de poesía. 

Publiqué “Un catálogo de todo lo que hay”, “Blume” y “Cartas a cactus” por editoriales independientes.Soy casi licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires.En cierta forma, el trabajo como sommelier me ayudó en la literatura.Soy una persona muy tímida y me estresa la situación de exposición.A medida que participé en más catas, noté que esa experiencia me ayudaba a estar también más suelta en los encuentros de lectura.No es que una actividad haya tapado a la otra, incluso se potenciaron. 

¿Qué vino elegís a la hora de escribir?

Me gustan las bodegas argentinas, pero mis cepas preferidas son de Francia y Alemania.Pero no puedo tomar vino a la hora de escribir, no soy de la tradición de los escritores bebedores.Para mí es un momento de calma y quietud a la mañana.No hay vino en el momento de producción, pero sí en las presentaciones.Con el libro en la calle sí, se toma bastante. 

¿Las mujeres están tomando la delantera en el mundo de la cata?

Creo que es casualidad que las ganadoras argentinas hayamos sido todas mujeres, porque en el mundo los mejores sommeliers son hombres.No debe haber una sensibilidad femenina especial.Sí es cierto que hay un nuevo interés de las mujeres.Antes, lo usual era que fuera el varón el que catara el vino en una cena y eso cambió.Yo no lo doy por sentado: si atiendo a una pareja, les pregunto quién va a probar y cada vez más me dicen que les sirva a ellas.Muestran interés, prestan atención y algunas conocen más que sus maridos o novios.